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Los Kanamari vivían originalmente en los cauces tributarios altos y medios del río Juruá, en el estado de Amazonas, donde aún viven la mayoría de ellos. También se establecieron en las proximidades de los afluentes de ese río, como en el alto Itaquaí, tributario del Javari, y aún en regiones más distantes, como en el Javari medio y en el Japurá.

Lengua y localización

Los Kanamari vivían originalmente en los cauces tributarios altos y medios del río Juruá, en el estado de Amazonas, donde aún viven la mayoría de ellos. También se establecieron en las proximidades de los afluentes de ese río, como en el alto Itaquaí, tributario del Javari, y aún en regiones más distantes, como en el Javari medio y en el Japurá.

Los integrantes de este pueblo están hoy residiendo en diferentes Tierras Indígenas (TIs): en la TI Vale do Javari, donde ocupan los ríos Curuçá, Javari, Itaquaí y Jutaí; en la TI Mawetek contigua al sur de la TI Vale do Javari y que comprende los tributarios de la margen izquierda del Juruá medio; la TI Kanamari, situada en los tributarios de la margen derecha del Juruá, río abajo partiendo de la ciudad de Eirunepé; y dos pequeñas áreas en el Japurá, Maraã y Parana do Paricá. Existe, además, un grupo de cerca de 60 kanamari viviendo en una comunidad en Umariaçú, en el alto Solimões, habitada principalmente por los Ticuna. Los Kanamari de Itaquaí afirman frecuentemente la existencia de un grupo pequeño viviendo en el alto Juruá, río arriba partiendo de la ciudad de Cruzeiro do Sul.

Los Kanamari hablan una lengua de la familia lingüística katukina. Existen algunas variaciones entre los dialectos de los diferentes grupos, que están volviéndose menos acentuadas en razón de la presencia de intercasamientos. Los hablantes de katukina eran más numerosos y diversos en el pasado, antes del contacto con los blancos, de lo que se registra hoy en día.

“Kanamari” no consiste en un epónimo tradicional y el origen de la palabra es oscuro. Los Kanamari se llaman a sí mismos -y a otros hablantes de lenguas katukina- tukuna, un término que significa “gente” y que excluye a las etnias vecinas de lengua pano, arawá y ticuna.

Dos hechos complicaron la identificación de los “Kanamari”. En primer lugar la utilización de términos como “kanamari” y “katukina” para referirse a grupos indígenas que no hablan lenguas katukina. En segundo, las distinciones realizadas por los primeros viajeros y por los propios kanamari entre los diferentes subgrupos –dyapa. Hay, al menos, un grupo denominado “katukina” que habla una lengua de la familia pano y que vive en lo alto del río Juruá, en el estado de Acre.

Tastevin argumenta que para la mayoría de los primeros exploradores blancos se presentaban apenas dos “tipos” indígenas en el Juruá: los violentos “kaxinawa”, que correspondían principalmente a todos los grupos pano, y los pacíficos “kanamari/katukina/kulina”, que generalmente correspondían a los grupos katukina y arawá de la región. De esta forma, algunas sociedades que no eran encuadradas en esta última categoría, de acuerdo con un criterio lingüístico, aceptaban rápidamente las denominaciones que las situaban en el lado “pacífico” de la dicotomía, en una tentativa de evitar las masacres organizadas por sus nuevos vecinos no indígenas.  

Demografía y estacionalidad

Los kanamari constituyen una población intensamente móvil y realizar un censo poblacional entre ellos resulta una tarea muy difícil. En cualquier momento sus aldeas pueden llenarse de visitantes; algunos se quedarán por más tiempo mientras que otros partirán enseguida. La vastedad del área que ocupan dificulta aún más la tarea. El censo de los kanamari, realizado por la Funasa en 2006, arrojó un total de 1.654 personas. En 2010 el censo contabilizó 3.167 personas.

El ciclo anual está dividido en dos estaciones: la seca, de abril a septiembre, y la lluviosa, de octubre a marzo. El período de transición es denominado “friagem”1 en portugués y poru en kanamari. Cada estación, también se subdivide en períodos más secos y más lluviosos. Ambas estaciones están caracterizadas por dos movimientos antagónicos. Durante la estación seca se produce la dispersión de las unidades familiares por medio de expediciones de caza y búsqueda de tortugas de agua dulce2 en las playas que se forman cuando el río se seca. Esos movimientos son generalmente de pequeña escala, aunque pueden involucrar aldeas enteras, en el caso en que estén formadas por un grupo central de siblings y sus hijos casados. Estos viajes llevan en muchas oportunidades a los kanamari a ciudades como Atalaia do Norte e Eirunepé.

Sin embargo, la estación seca es también la época de los rituales, particularmente del Pidah-pa (‘Devir Jaguar’), rito que marca la etapa final de un período de luto. El Kohana-pa (‘Devir Kohana’), ritual en que los kanamari reciben la visita de los muertos, que también es más frecuente en este período. Esos rituales pueden ser restringidos, involucrando apenas a los habitantes de una sola aldea. No obstante, también pueden, particularmente el Pidah-pa, incluir personas que vienen de lejos, especialmente cuando se trata de la etapa final de un rito funerario de un líder o de un chamán renombrado, sirviendo de esta forma como motivo para aglomerar aldeas.

Durante la estación lluviosa, la unidad aldeana es enfatizada y únicamente son realizados viajes cortos. Las personas tienden a quedarse con los parientes más cercanos, cazando y comiendo juntos, evitando mientras sea posible el contacto con las aldeas vecinas y, aún más, con las distantes. Son comunes las pequeñas expediciones con el objetivo de recolectar frutas silvestres. Sin embargo es en ese momento que el palmito “pupunha”3 (tyo) es extraída, generalmente en cultivos abandonados que forman parte de florestas secundarias o en viejas aldeas, cuya ocupación alentó la abundancia de ese producto, así como del acai o açaí4. Tales movimientos, frecuentemente involucran a la mayoría o inclusive a todos los habitantes de una aldea, que se unen para preparar y consumir la bebida hecha a base de palmito “pupunha”.